jueves, 20 de febrero de 2014

ACERCA DE IVAN DIEZ

      Iván Diez, cuyo verdadero nombre era Augusto Arturo Martini, vivió cincuenta y seis años que compartió armoniosa y equitativamente entre la calle y la literatura, entre el arrabal y el “trocén”, entre el goce del lenguaje culto y de sus versos lunfardos.
            La zona de El Faro marplatense lo vio nacer, en la época de los “bondis” a caballo; pero el destino quiso que se criara y creciera en el porteñísimo barrio de San Telmo.
            Sus primeras creaciones literarias fueron versos y novelas breves de tono romántico. Ejerció el periodismo y trabajó en la radio “como cronista deportivo y cinematográfico, actor y libretista, locutor y cantante”. Él mismo nos cuenta que publicó en diarios y revistas, dentro y fuera del país. Colaboró en “Última Hora”, y fue allí, precisamente, donde comenzó a destacarse como poeta lunfardo, firmando con el seudónimo de Iván Diez.
            Tal vez el más difundido de sus sonetos sea Amablemente, aquel que nos habla de las “34 puñaladas” y que cantó Rivero.
            Pero hoy, el soneto que quiero recordar se llama:

EL CABALLITO

“Un cabayo, compá”, -dijo la hijita-.
El drepa, campaneándola angustioso,
por más que pretendía hacerse el oso,
lloraba al encontrarse ya sin guita.

La yeta lo tenía medio loco.
Estaban por piantarlo del convento.
¿Comprarle un cabayito? ¿Con que vento?
Si apenas le quedaba pal marroco.

“Yo quelo un cabayito” -continuaba-.
Entonces, besuqueando a la que hablaba,
rajó de su bulín pegando un grito.

Y el pobre, no canchero y poco rana,
a los veinte minutos iba en cana 
por haber afanado un caballito.


Minguito lee el soneto "El caballito" - de Iván Diez