jueves, 2 de mayo de 2013

ACERCA DE LA TRAVESTIZACIÓN DE ALGUNAS PALABRAS


    Como en el rapto de las Sabinas, el lunfardo entró en el territorio del diccionario para alzarse con un par de palabras, a las que, paradójicamente, las hizo suyas después de haberles masculinizado el artículo. Se trata de unas pocas voces que fueron sacadas del “barrio norte” del diccionario de la Real Academia para ser llevadas al suburbio.
Es así como la rana, con el significado de astuto, avispado, sagaz y vivaracho, pasó a ser el rana; la gallina el gallina, con la acepción de cobarde, pusilánime, miedoso; y la chinche el chinche, designando así al de mal carácter, al cabrero, al que se enoja o irrita fácilmente.
Cuando se trata de alguien a quien consideramos listo, vivo, rápido y despabilado, o que se muestra dispuesto a prestar compañía y hacerle pata al otro, decimos que es un pierna.
El careta, y ya no la careta, es el individuo desvergonzado, caradura, atrevido, descarado, facha tosta o cara de piedra.
Y así algunas otras por el estilo: la púa y el púa (astuto, avispado); la chaucha y el chaucha (tonto) ; la tuerca y el tuerca (aficionado al automovilismo); la campana y el campana, que es el que vigila mientras otro roba y, por último, la papa y el papa frita (tonto, ingenuo) .
Palabras que, como las cautivas en tiempos de los malones, ya no podrán regresar a sus páginas de origen. Con sus cambios de significado y de género, sus antiguas vecinas ya no las reconocerían y de hacerlo, serían rechazadas, discriminadas, mal vistas.

"Niño bien" - Tango - Orq. Francisco Canaro - Canta Tita Merello
Letra de Víctor Soliño y Roberto Fontaina - Música Juan Antonio Collazo