lunes, 25 de abril de 2011

ACERCA DE LA GUITARRA DE JOSÉ BETINOTTI

Monumento a José Betinotti 
en el Cementerio de la Chacarita
Muchas veces, el límite entre la realidad y la leyenda se nos desdibuja. Y eso ocurrió cuando nos dijeron que en el mismo momento en que José Betinotti moría, una cuerda de su guitarra se cortó en forma inesperada.
Pero fue así. 
María, su mujer, se lo contó al periodista Manuel Castro de esta manera:

- Aquella madrugada, cerca de las cinco, Pepe vino con un fuerte dolor de cabeza y se durmió con sueño intranquilo, quejumbroso. A la mañana, cuando le dejé para atender mi tarea en el taller, parecía calmado; pero, a la tarde me llamaron con urgencia. “¡Ataque cerebral!” - sollozó mi cuñada Ángela, al comunicarme el diagnóstico médico. Ella y yo, los hermanos de Pepe: Juan, Ernesto y Enrique, y el payador Ambrosio Río, velamos su agonía aquella noche interminable. Al día siguiente llegó su madre y tuvo que retirarse, indispuesta y con la pena de que Pepe no la reconociera. Anocheció de nuevo, sin esperanzas... Uno de sus hermanos, que procuraba contarle el pulso, se irguió de pronto, diciéndome: “¡Coraje, María!”... Y en el mismo instante sentimos una leve queja, metálica, vibrante, larga... Al rato, después de tranquilizarnos, Río, con seguro instinto de músico y poeta, abrió la caja de la guitarra, de esa guitarra de la cual alguna vez sentí celos, y nos la mostró en silencio: a la altura de la boca, siempre abierta en asombro, siempre dispuesta a cantar, la prima se había cortado... 

Y así fue como la guitarra del último payador lloró su muerte.



"Pobre mi madre querida", por José Betinotti
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