sábado, 30 de abril de 2011

ACERCA DE ERNESTO SABATO…

            El Viejo Almacén, por iniciativa de Edmundo Rivero y mía, en la primavera de 1983 decidió galardonar con el premio “Pedro de Mendoza” a los más destacados artistas, deportistas y científicos del país.
            Dicho galardón, destinado a convertirse en referente y verdadero acontecimiento para la comunidad cultural, deportiva y científica de Buenos Aires, consistió en una escultura, obra del artista Néstor Muzzopappa, en la que se representa a Pedro de Mendoza.
            El 26 de septiembre de 1983, uno de sus acreedores fue el maestro Ernesto Sabato, quien acaba de fallecer a la edad de 99 años.
Entrega de los premios “Pedro de Mendoza”. De pie: Luis Alposta y Edmundo Rivero. Sentados: Ireneo Leguisamo, Ernesto Sabato, Sigfredo Pastor, Rosita Quiroga y Joaquín Gómez Bas
            Ernesto Sabato, escritor, ensayista, físico y pintor, autor de tres novelas célebres, El Túnel; Abbadón, el exterminador y Sobre héroes y tumbasera de 1911, como Edmundo Rivero, Juan Manuel Fangio y mi padre.
            Cuando en 1979, la topadora municipal arremetió contra una parte del edificio del Viejo Almacén, uno de los presentes, el más enojado, fue, precisamente, Ernesto Sabato, quien no por casualidad se encontraba allí.
            Más tarde, Rivero manifestaría su reconocimiento en estos términos: -Con tremendo esfuerzo, el Viejo Almacén volvió a levantarse. Todavía no me explico cómo pude hacerlo, pero pienso que Sabato fue uno de los que me dio coraje.

"Amigos que yo quiero" 
Letra y música de Hugo Gutiérrez
Canta Edmundo Rivero
(Hacer click en el triángulo de play)

jueves, 28 de abril de 2011

CON - Y SIN - CÉSAR TIEMPO EN BRUSELAS


Fue saliendo de la Biblioteca Albertina, en Bruselas, “ciudad con olor a ceniza, a plumas recién arrancadas, a vientos veleidosos”, cuando conocí a César Tiempo. Nos presentó su hijo. Los alfileretazos de una imprevista lluvia nos obligaron a buscar refugio en un café. 
Recuerdo que inició el diálogo con una pregunta: -¿Sabe Ud. qué significa Bruselas? Le dije que no y me respondió: -Proviene de la voz Brüoscella que quiere decir “morada en los pantanos”, nombre éste que viene de los tiempos del Duque Carlos de la Baja Lorena y que nada tiene que ver con el Manneken-pis, ese pibe de bronce que está en diuresis continua desde el siglo XVll. 
De mediana estatura y tórax de tenor, la figura de César Tiempo remataba en una cabeza taurina con sonrisa de fauno y ojos con anteojos que remarcaban una mirada mágica y circular. Su voz, pausada y segura, era de una gravedad cálida. Su talento y sentido del humor, inagotables. 
En aquellos días, dos noticias procedentes de la Argentina daban testimonio de la existencia de nuestro país: el rapto de Eichmann y la elección de Norma Nolan como Miss Universo. Cuando lo comenté, se limitó a decir irónicamente: -La Bella y la Bestia hubiese sido un buen titular.
En otra oportunidad, después de haberme mostrado la casa en que residió Roberto J. Payró -avenida Brugmann esquina Termidor-, hablando sobre la teoría de la relatividad, me dijo que creía más en la relatividad de las teorías y pasó al tema de los vinos franceses. Un tema que vino a cuento en el momento del brindis, dado que, a esa altura de la conversación, y creo no haberlo dicho, ya estábamos almorzando. 
Con Blanca y César Tiempo,
en casa de éste (Rosario 563) - Año 1971
Y de los cepajes pasamos a la onomástica. Así supe que a Bianchi le gustó tanto la región de Borgoña, que hasta le tomó el nombre y comenzó a firmar con dos apellidos. 
Dialogamos mucho. Además de una cultura universal, Tiempo poseía el don de saber escuchar. Me contó de sus entrevistas con Moravia y Bernard Shaw y de su amistad entrañable con Amadeo Nazzari y el torero Mario Cabré. Yo le hablé de mi estada en París, de mis versos y de los poetas surrealistas que acababa de conocer. Cuando le dije de mi encuentro con Bretón en febrero del 65, me preguntó si los “cadáveres exquisitos” olían bien, y me siguió escuchando.
Después, durante algún tiempo -viajes y vigilias por medio- dejamos de vernos. Hasta que, un día entre los días, nos reencontramos en Buenos Aires. A partir de entonces, durante casi veinte años ininterrumpidos, pasé a ser su cofrade en la Academia Porteña del Lunfardo, el médico de Rebeca -su lúcida y nonagenaria madre- y me honré con su filadélfica amistad.

Querido César: 
Si la corriente del recuerdo me ha llevado hasta el dique, es porque en él está implícita mi admiración; y en esta breve historia, que responde a una sentencia socrática que Ud. no desconocía, va mi homenaje. 
Y así como no hay verdadero homenaje sin admiración, tampoco lo hay sin afecto, y ambos sentimientos son en estas líneas una constante.

Me gustaría que la amenidad, y su decoro, también lo fueran (y lo fuesen). 
24 de octubre de 1990


 "Palabras a mamá" - en la voz de César Tiempo 

ACERCA DE “EL IRLANDÉS”

Brendan Behan nació en Dublin el 9 de febrero de 1923.
Dramaturgo, poeta y escritor irlandés.
Militante activo del IRA, a los dieciséis años fue arrestado en Liverpool y sentenciado a tres años de prisión por intentar volar un buque de guerra inglés.
Ya en Irlanda, en 1942, fue sentenciado a otros catorce años de cárcel por el intento de asesinato de dos detectives en el funeral de unos compañeros del IRA. Al salir del penal se le encarga la misión de rescatar a un compañero de armas de una cárcel inglesa y, en 1947, lo encontramos en la prisión de Manchester, cumpliendo nueva condena. Las experiencias de la prisión fueron la principal fuente de inspiración de su obra literaria, y es, precisamente, en esa cárcel donde empieza a escribir poesía, cuentos, teatro, novela. También comienza a beber desaforadamente, un hábito que lo acompañará el resto de sus días.
Amado y vituperado; sus libros están llenos de canciones, de risas, de borracheras, de pubs, de viejas poesías irlandesas, de tradiciones.
Behan muere el 20 de marzo de 1964, a los cuarenta y un años de edad, en un hospital de Dublin, enfermo de cirrosis.
Cuanto se ha dicho acerca de él me motivó a escribir estos versos, a los que el “Tata” Cedrón les puso música.

EL IRLANDÉS
Me llamo Brendan Behan
el último de los malditos
que aunque somos pocos
somos los más prohibidos.
Nos leen en velatorios y bodas
y en todos los presbiterios,
y los libreros a escondidas;
no corréis ningún peligro.

A su memoria.
En viejos bodegones
su recuerdo pervive.
Fue un poeta ocurrente,
un hablador sublime
de voz ronca y pastosa,
cantor sentimental…
Siempre dispuesto al trago
y proclive a pelear.

Juerguista y generoso.
Gastaba su dinero
como al estar de alcohol
lo gasta un marinero.
Despreciaba a la yuta,
y hoy al brindar por él,
están los que comentan
que escribía muy bien.

Pero también hay otros
-personas respetables-
que dicen con desprecio
que era un ser deleznable.
Que era sólo un desecho,
una lacra social;
un bufón sin talento,
rico en obscenidad.

Se fue entre whisky y whisky
mientras armaba un faso....
Pero están los que cuentan
que ya puesto en la mira
murió a manos de un tira
que le metió un balazo.

Las dos versiones son válidas.

                                                                                                                                                 Luis Alposta 
                                                                                                                                                  8 / II / 2006


"El Irlandés" - Letra: Luis Alposta
Música: Juan Carlos "Tata" Cedrón 
Canta el "Tata" Cedrón 
 


 

ACERCA DE CARLITOS CHAPLÍN


La vida es una tragedia si la ves de cerca, pero una comedia si la miras con distancia”, decía Charles Chaplin, uno de los mayores genios de la cinematografía y el humor de todos los tiempos.
            Procedente de una familia paupérrima, la infancia de Chaplín, propia de los más desesperanzadores relatos de Dickens, fue retratada por él de manera indirecta y genial en la película “El Pibe”. 
La figura de “Carlitos”, el célebre vagabundo de bigote, galera y bastón, ícono del cine y de la cultura popular del siglo XX, representó el anhelo de millones de personas de todo el mundo, en su constante búsqueda de la felicidad y en su aspiración a tener una vida digna y justa. Es por eso que Carlitos Chaplín fue un artista universal. Con un solo gesto, con una mirada, con su caminar “de pato” y sus piruetas, expresaba sentimientos y emociones que no hacían sino humanizarlo. Definirlo a Chaplin es definir la ternura: la semilla de una sonrisa que da el fruto de una lágrima.
Alguien dijo que, al crear a Chaplin, Dios estaba en muy buena forma, y que necesitará un par de siglos más para hacer otro genio de ese calibre. 
"Las palabras son escasas. Lo más grande que puedes decir con ellas es -elefante-" –ironizaba-, y yo, ahora, que me esfuerzo por dar con las palabras justas, siento que mi mejor homenaje es el que le rindió aquel pibe que fui. El pibe de nueve años que, en los carnavales de 1947, disfrazado de Carlitos Chaplín, se mostró feliz en el corso de la calle Bauness. 
Con mi hermana Haydée - Carnavales de 1947

Video de Carlitos Chaplín
(hacer click en el triángulo de play):

ACERCA DE CARMENCITA CALDERÓN

Palabras que pronuncié cuando Carmencita Calderón cumplió 100 años
Fue en el Museo Histórico de Buenos Aires “Cornelio de Saavedra”,
donde la homenajeamos el domingo 13 de febrero de 2005

El hombre es el único ser vivo que tiene que elegir su futuro, y Carmen Riso de Cancelieri supo elegir el suyo. Así fue cómo un día, guardando su título de maestra, pasó a ser la primera mujer con nombre y apellido entre las bailarinas de tango. Hoy, con sus cien años recién cumplidos, seguimos viendo en ella a la misma mujer menuda y ágil, de mirada tierna y sonrisa fácil, a la que su hermano Eduardo, entre mate y vitrola, le enseñara una tarde los primeros pasos.
Al procedimiento criollo aconsejado por Juan Filloy para alcanzar la longevidad: comer la mitad, caminar el doble y reír el cuádruple, Carmencita Calderón le agregó: bailar el quíntuple.
Nacida en Boedo el 10 de febrero de 1905, vino pronto a Villa Urquiza (calle Zado 3268), barrio en el que nació al tango en 1932. Y eso fue en el club Sin Rumbo. Los amigos, haciéndole rueda, le pidieron que bailara con José Giambuzzi, un mentado bailarín conocido por el nombre de Tarila, y ella, que sólo había bailado hasta entonces con su hermano Eduardo en el patio de su casa, aceptó.
Desde ese momento habría de formar pareja de baile con él, hasta que el mismo Tarila, una noche, le presentó a Ovidio José Bianquet, el Cachafaz.
Aquel primer encuentro frente a frente con el Cacha, se celebró en un lugar que el bailarín llamaba “su oficina”: el estaño de Talcahuano y Corrientes.
Nació esta nueva pareja en 1933 y, de ahí en más, despertó el entusiasmo enfervorizado de todos los públicos, aun de aquellos que solían mirar al tango de reojo.
Después de la muerte del Cachafaz, ocurrida el 7 de febrero de 1942, Carmencita Calderón siguió ofreciéndonos su arte y su creatividad bailando con casi todos los grandes bailarines que en el tango han sido. 
Su último compañero fue Juancito Averna, el prototipo del bailarín apasionado, un maestro en el arte “de llevar”, que se lucía haciendo lucir a su compañera.
Verla bailar en el “Mare d’ argento”, en el viejo “Filicudi”, en “El Abrojito”, en el club “Sin Rumbo”, en reuniones familiares y de amigos, y en el Teatro Colón, en el que fue homenajeada en marzo de 2002, como también lo fuera meses antes en el Salón Dorado de la Legislatura Porteña, nos ha producido siempre un goce estético que agradecemos.
En enero de 1965, hace cuarenta años, Eduardo Riso, mi primer amigo del colegio nacional, me invitó a su casa una tarde para presentarme a su tía. Y la tía resultó ser Carmencita Calderón.
Nació entonces una amistad que se prolongó hasta ahora. Una amistad que, unida a la profunda admiración que le profeso, justifica mi presencia aquí, esta noche.
La Junta de Estudios Históricos de Villa Urquiza, barrio de sus amores, es una institución que se honra en tenerla por madrina, y es, en su nombre, que le hago entrega de esta plaqueta. 
            ¡Felices cien años Carmencita!

Video: "Cuando Carmencita cumplió 100 años, bailando con Alfredo Alonso"
(Click en el triángulo de play).




ACERCA DE CELIA GÁMEZ

Fue el 12 de noviembre de 1984, en Madrid, en el teatro La Latina. Y allí estaba ella: ¡Celia Gámez! La porteña más mimada en España. La de los chotis, que ella cantaba e interpretaba como nadie: Tabaco y cerillas, Las taquimecas, La Lola y tantos otros. La que, sin perder el acento porteño, supo convertirse en una de las más populares intérpretes del alma de Madrid. La que, a poco de debutar en el teatro Romea de la calle de Carretas, cantó junto a Carlos Gardel y, desde entonces, supo del éxito constante a lo largo de toda su vida artística. 
Aquella noche de 1984, después de un largo retiro, la vimos reaparecer en un espectáculo titulado Nostalgia. Fue Sara Montiel quien la contrató junto a Olga Guillot y a Manolo Otero.
Recuerdo que ese día remató la función cantando dos tangos que había grabado y popularizado en la década del veinte. A media luz -con el que, se dice, “embobaba” a Alfonso XIII- y Araca corazón
Se estaba despidiendo de España. 
Poco tiempo después, decidió fijar definitivamente su residencia en Buenos Aires -ciudad en la que nació- y pasar los últimos años de su vida con su familia. Falleció a los 87 años. Pero ni la muerte quiso apagar el fulgor de una estrella que, todavía, es capaz de deslumbrarnos con lo mejor de su legado: sus canciones y su recuerdo.

Fue el 12 de noviembre de 1984, en Madrid, en el teatro La Latina (Vicky y yo estábamos en nuestra luna de miel), que nos cantó a capela en su camerino los primeros versos de A media luz. 







 "A  MEDIA  LUZ" - Tango - Música: Edgardo Donato - Letra: Carlos Lenzi  
                                                    Canta Celia Gámez

ACERCA DE CÉSAR TIEMPO

Nacido Israel Zeitlin (Yekaterinoslav, Ucrania, 3 de marzo de 1906 – Buenos Aires, 24 de octubre de 1980)



Alguien ha dicho que no se van los que dejan su presencia en lo que aman. Y César Tiempo, que amaba lo que hacía, dejó la suya en el tono de muchas páginas impregnadas de una porteñidad esencial y no adjetiva


   Alguna vez le oí decir:    
        
No me importan los desaires
con que me trate la suerte.
He nacido en Ekaterinoslav.
¡Argentino hasta la muerte!

      ¡Y lo fue! Este “hermano de raza y de mudanzas de Alberto Gerchunoff y de Jacobo Fijman”, tan ucraniano como Tatiana Pavlova y Berta Singerman, completó su metamorfosis porteña precozmente, cuando a los ocho años comenzó a trabajar en la imprenta de los hermanos Porter, sus tíos, y en el almacén de al lado lo conoció a Betinoti y a Enrique Banch.

En 1926 escribe su primer libro de poemas llamado "Versos de una...", cuya autoría esconde, detrás de la personalidad literaria de Clara Beter, a una joven poeta y prostituta rusa.

Lo que él llamaba
su "pianito de escribir"


Me entrego a todos, mas no soy de nadie;
para ganarme el pan vendo mi cuerpo
¿Qué he de vender para guardar intactos

mi corazón, mis penas y mis sueños?
………………………………………….

          El libro fue publicado en la colección “Los Nuevos” de la editorial Claridad, llegando a venderse unos cien mil ejemplares, cifra sorprendente para aquellos años.
          Hubo escritores que llegaron a enamorarse de la “desconocida” Clara Beter; otros que intentaron vanamente llegar a dar con ella; y todos con el secreto deseo de redimirla. Roberto Arlt hasta llegó a proponer que se le instalara un prostíbulo y, con lo recaudado, se instituyera un premio literario para autores nacionales.
          Una vez develado el secreto; cuando se supo quién era en realidad el autor de esos poemas, la broma literaria no fue del agrado de Elías Castelnuovo, que lo había prologado, diciendo que “la tal prostituta había resultado un prostituto". 

          “Y el prostituto era yo”, nos decía Tiempo, riéndose.

          Después, con los años, y no muchos, Israel Zeitlin, aquel joven alegre, en cuya cabeza bullían los versos de una mujer triste, pensando, seguramente, que eso era mucho menos nocivo que ser un joven triste que pierde la cabeza por una mujer alegre, se despidió de Clara Beter y pasó a ser César Tiempo para siempre.

Un Tiempo que, en 1930, con su Libro para la Pausa del Sábado, ganó el Primer Premio Municipal de Poesía y nos mostró el camino hacia el huerto imaginario de la descansada Vida, en el que, al menos por un día, se puede conversar mano a mano con el Hacedor
Desde entonces, su presencia no ha sido la de un poeta ornamental que se pavonea como un compadre en el pórtico de la Literatura. 
Con su humor, con su ironía sin maldad, con su ternura y su tristeza, ha sido siempre un hombre ajeno a las conveniencias inmediatas o de superficie.
Fue un auténtico poeta y punto.
Su poesía es la que parte de una realidad concreta: la de la injusticia y la de los hombres que padecen.
En 1937, cuando Aníbal Troilo debutaba con su orquesta en el Marabú, al día siguiente de haber pegado yo mi primer berrido, nuestro amigo festejaba el Premio Nacional de Teatro que acababa de recibir por su obra Pan Criollo
Otros días y otras voces. Se dio el lujo de estrenar con Camila Quiroga, Enrique Muiño, Elías Alippi, Luis Arata, Raúl Rossi, Luis Sandrini, Pierina Dealessi y otros grandes. 
Todo lo realizó con ejemplar oficio, sin más bagajes que el talento y una máquina de escribir: poesía, ensayos, teatro, guiones cinematográficos, periodismo. Siempre de buen talante y con un particular sentido de la amistad. Suma de virtudes que lo hizo querido y admirado entre sus pares. O, para decirlo, en rigor,  de otra forma y sin pretensión de promocionar calentador alguno, fue primus inter pares
Cuando tuvo que elogiar, fuese al barbado o al imberbe con birome en ristre, en cada caso procedió siempre con abierta generosidad. Alguien dijo que nació para elogiar, para rendir ofrenda. Y era cierto. Fue pródigo en prólogos. 
Probablemente su amor a la cultura lo instaba a ello. En él el ejercicio de la escritura no fue un pretexto de la vanidad, una variante del orgullo, sino otra forma de reconocerse entre los demás. 
Colaboró con los grupos de Boedo y Florida y supo dar acendrado lirismo a la temática judaica, por entonces inédita en la poesía argentina. Ironía, casticidad idiomática, neologismos sorprendentes y un atinado humor, que revierten el patetismo de una poesía violentada por el dolor y la evocación nostálgica. 
Podía hablar, sin Google por medio, que por otra parte entonces no existía, tanto sobre El cantar de los Cantares como de “La crencha engrasa”.
En Los Catorce con el Tango formó dupla autoral con Enrique Delfino y nos dejó su tango “Como nadie”. 
Se la pudo piyar y no lo hizo. No era nada solemne. Solía decir que la solemnidad es el paraguas de los engrupidos. 
Alguna vez, cuando alguien confundió su nombre con el de su amigo César Bruto (Carlos Warnes), aclarando el error se limitó a decir: - La diferencia está en que el tiempo pasa y los brutos quedan
Su voz, pausada y segura, era de una gravedad cálida. Su talento y sentido del humor, inagotables. 
En casa de César Tiempo (Rosario 563) - Año 1971 -
Con él y su hija Blanca, (compañera de estudios)

Nos conocimos en la Academia Porteña del Lunfardo, cuando funcionaba en Rodriguez Peña 80, sede del Círculo de la Prensa, donde en un tabuco del primer piso, atendía quien fuera peluquero de Gardel. Verlo llegar a Tiempo y escucharlo hablar era una fiesta (y aquí cabe aclarar que me estoy refiriendo a César y no al peluquero). Eso ocurría los primeros sábados de cada mes, que eran también 'sábados plenos', tan plenos como su poemario. 
Durante casi veinte años ininterrumpidos fui su cofrade y, para decirlo con una palabra que era muy suya, me honró con su filadélfica amistad.

"Autobiografía" - en la voz de César Tiempo
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ACERCA DE CÓMO LOS JAPONESES CONOCIERON A ROSITA QUIROGA

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Con Rosita Quiroga, Yoshihiro Oiwa y Sra. - Fue en Villa Urquiza el 21 de agosto de 1983

 Junzaburo Mori, bien puede ser considerado, junto con el barón Megata, su amigo, el primer gran difusor del tango argentino en Japón. Autor de innumerables artículos sobre el tema y de libros tan importantes como "Tango" (primer libro de autor japonés que abordó este tema), editado en Tokio en 1930, y
 "El baile argentino" (un método para bailar el tango), publicado en la misma ciudad en 1933.
En relación a la importación de discos argentinos por parte de los japoneses a comienzos de la década del treinta, quiero rescatar una anécdota de la que el mismo Mori fuera protagonista.
Por especial solicitud a la compañía grabadora Victor-Japón, él había conseguido que le importaran discos de tangos argentinos, totalmente instrumentales, ya que los quería para su difusión bailable.
          En uno de los envíos le llegó, por error de despacho, el que sería el primer disco de folklore enviado a Japón: una ranchera y un gato de don Andrés Chazarreta, y una placa de Rosita Quiroga interpretando los tangos "Julián" y "Negro".
Según me relató el señor Mori, a quien tuve oportunidad de visitar en 1976, el particular estilo de Rosita Quiroga lo emocionó tan profundamente que fue el factor determinante para que cuatro años más tarde, conjuntamente con Tadao Takahashi, al editar el primer álbum de tangos en Japón, la incluyera con "Vieja Guitarra". Y ese fue el tema que sirvió para hacer conocer a Rosita en el país nipón. 

Del libro "El Tango en Japón", de L. A.  pág. 58 - Ed. Corregidor, Bs, As. - año 1987 : 

Con Tadao Takahashi - Tokio - 10 / 2 / 1980 

 
                   "Vieja guitarra" - tango de Omar Javier Menvielle (1930) 
                                                Canta Rosita Quiroga
 

 Audio: "Japonesita" (fox - trot) - Canta Rosita Quiroga - año 1927

ACERCA DE DISCÉPOLO

Hablar de Enrique Santos Discépolo es hablar del autor que mejor ha expresado la angustia y el desamparo del hombre de su tiempo. Es hablar del vate que nos transmitió una filosofía escéptica y una desencantada concepción de la vida. Y es hablar, también, de uno de los raros letristas del tango en los que se advierten instancias religiosas, tan exaltadas como para asumir matices de vituperio, aunque sin llegar a la blasfemia.
Caricatura de E. S. Discépolo realizada "a máquina" por Yoyi Kanematz, dedicada a su amigo Luis Alposta
Es por eso que, a la hora de expresar la orfandad o la impotencia ante las injusticias sociales o el desamor; recurrimos a sus letras y podemos, a través de ellas, dar cabal expresión a las circunstancias adversas que nos han tocado y nos siguen tocando vivir.
Con sus letras, buceando en la psicología del hombre de la ciudad, Discépolo nos dejó una metafísica del espíritu porteño y una síntesis dramática de la realidad.
La suya es una poesía de rechazo del mundo corrupto, rechazo sostenido por un único testigo: el puro, el inocente, el desprotegido, el “apartado”. Todos ellos parecieran ser la proyección de la imagen ideal del poeta mismo, que se convierte así en el personaje central, testigo, pero a la vez víctima del proceso de la corrupción.
La secreta luminosidad de sus tangos sigue siendo un refugio de privilegio para la fraternidad de los solitarios que tiende a incluirnos a todos, ya que el destino final del hombre de hoy parece ser la soledad. 
A ciento diez años de su nacimiento (27 de marzo de 1901) así lo seguimos recordando: profundo y filosófico, sarcástico y tierno. 

"Yira Yira"  de Enrique Santos Discépolo
Canta Carlos Gardel

ACERCA DE "CAMBALACHE"

Enrique Santos Discépolo supo captar como nadie no sólo los conflictos íntimos sino también laproblemática social del hombre de su tiempo, y lo hizo con letras que aún se siguen cantando como si hubieran sido escritas hoy a la mañana.
Discépolo se convirtió, así, en portavoz del hombre de la calle, del hombre anónimo, del que ve pasar la vida sin orden ni destino, llevando en su memoria el tango “Cambalache” como un estigma. Un tango que, si bien sintetiza el panorama social de la llamada Década Infame, terminó radiografiando y ecografiando todas las que vinieron después, aquí y afuera. 
Un tango que nos habla de un mundo cada vez más envilecido; un mundo que cada vez sigue perdiendo la fe en más cosas y que asiste, desorientado, al derrumbe de todos los valores.
Desde que fue escrito, la crisis no ha dejado de morder “y ya no hay quien niegue / que el siglo XX es un despliegue / de maldad insolente.”
Los náufragos ya ni encuentran una ballenita a la que aferrarse, y hasta la misma vidriera en la que veíamos “llorar la Biblia contra un calefón”, ha tenido que bajar la cortina. 
¡Cambalache! Un testimonio triste que se canta.

"Cambalache" de E. S. Discépolo
Canta Tita Merello
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lunes, 25 de abril de 2011

ACERCA DE OLGA GUILLOT

Fue el 12 de noviembre de 1984, en Madrid, en el teatro La Latina, en el espectáculo llamado Nostalgia, en el que actuó junto a Sara Montiel y Celia Gámez. 
Esa noche, la Reina del Bolero, cantó, entre otros temas, Contigo en la distanciaTú me acostumbrasteSiboneyEsta tarde vi llover... y, sobre todo, su santo y seña, Miénteme. Y lo hizo -como siempre- con su especial sensualidad, dramatismo y aterciopelada voz. 
Cantó y contó con orgullo: 
- A los 20, cuando todavía me consideraba “una niña”, tuve la oportunidad de cantar con la gran Edith Piaf en Cannes, pero a mi regreso a Cuba nadie me creyó. Hasta se rieron de mí. Sin embargo, dos años más tarde la diva francesa visitó un escenario de La Habana y, en medio del espectáculo, interrumpió su presentación y me saludó. Y ahí sí me creyeron. 
Olga Guillot, la que comenzó cantando tangos a los nueve años; la que después convirtió en éxitos aquellas melodías de la bohemia habanera; la que terminó con el mito de que las mujeres no vendían discos; la que fue figura máxima del bolero por más de seis décadas, tenía, además, mucho sentido escénico. Sabía cómo poner de pie al público. 
"El bolero es mi escuela, mi género, mi estilo", decía siempre. "El bolero es poesía y existirá mientras haya poetas". 
Y aquella noche, en la que al finalizar la función Vicky y yo fuimos a saludarla a su camerino, terminó su actuación cantado un tema en el que hay un presente irreemplazable: Adoro, de Armando Manzanero. 

"ADORO" - de Armando Manzanero - canta Olga Guillot
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ACERCA DE PALABRAS Y AIRES LUNFARDOS EN POESÍA

A la hora de ponerse uno a escribir, mucho más que en la prosapia de las palabras, lo que importa es indagar en el color y el calor que puedan ellas proporcionarnos para lo que se quiere expresar. Es por eso que el lunfardo no es únicamente una cuestión de términos, sino también una cuestión de tono y de intencionalidad. 
Digamos, además, que no se trata de un vocabulario independiente, dado que ya vive dentro de nuestra lengua sirviéndose de su fonética, su sintaxis y buena parte de su léxico. Aparte de su valor críptico o esotérico, preferentemente dentro del ámbito carcelario y delictivo, el lunfardo es, esencialmente, un conjunto de voces de muy diversos orígenes que se introducen en la conversación familiar de todas las clases sociales con fines expresivos, irónicos o humorísticos. 
Se ha dicho que el mecanismo del lenguaje popular es esencialmente metafórico y que “al pueblo, por instinto artístico, le place el uso de palabras con acepción figurada”. De ahí que haya sido precisamente en la poesía donde el lunfardo ha venido a encontrar un mejor destino literario. 
Sé bien que el hecho de “escribir en lunfardo” implica un riesgo. Se puede caer en el puro alarde y en el mero virtuosismo de manejar palabras sacadas de un diccionario, olvidando así que la poesía, como la literatura en general, no es un simple juego de malabares, sino una propuesta de mensaje y comunicación. 
Y sé, también, que es mediante nuestro lenguaje de todos los días -el de entrecasa- que podemos encontrar el valor permanente del mensaje, comunicar lo que creemos importante comunicar y aspirar a que permanezca.

"POEMA NÚMERO CERO" de Luis Alposta y Edmundo Rivero
Canta Edmundo Rivero
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ACERCA DE LA GUITARRA DE JOSÉ BETINOTTI

Monumento a José Betinotti 
en el Cementerio de la Chacarita
Muchas veces, el límite entre la realidad y la leyenda se nos desdibuja. Y eso ocurrió cuando nos dijeron que en el mismo momento en que José Betinotti moría, una cuerda de su guitarra se cortó en forma inesperada.
Pero fue así. 
María, su mujer, se lo contó al periodista Manuel Castro de esta manera:

- Aquella madrugada, cerca de las cinco, Pepe vino con un fuerte dolor de cabeza y se durmió con sueño intranquilo, quejumbroso. A la mañana, cuando le dejé para atender mi tarea en el taller, parecía calmado; pero, a la tarde me llamaron con urgencia. “¡Ataque cerebral!” - sollozó mi cuñada Ángela, al comunicarme el diagnóstico médico. Ella y yo, los hermanos de Pepe: Juan, Ernesto y Enrique, y el payador Ambrosio Río, velamos su agonía aquella noche interminable. Al día siguiente llegó su madre y tuvo que retirarse, indispuesta y con la pena de que Pepe no la reconociera. Anocheció de nuevo, sin esperanzas... Uno de sus hermanos, que procuraba contarle el pulso, se irguió de pronto, diciéndome: “¡Coraje, María!”... Y en el mismo instante sentimos una leve queja, metálica, vibrante, larga... Al rato, después de tranquilizarnos, Río, con seguro instinto de músico y poeta, abrió la caja de la guitarra, de esa guitarra de la cual alguna vez sentí celos, y nos la mostró en silencio: a la altura de la boca, siempre abierta en asombro, siempre dispuesta a cantar, la prima se había cortado... 

Y así fue como la guitarra del último payador lloró su muerte.



"Pobre mi madre querida", por José Betinotti
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ACERCA DE LA METEMPSICOSIS Y GABINO EZEIZA

La metempsicosis es una creencia de origen oriental, según la cual el alma, después de la muerte, transmigra a otros cuerpos más o menos perfectos, conforme a los méritos alcanzados en la existencia anterior. Sería algo así, como un gradual ascenso en un escalafón de almas.
Entre los antiguos griegos, la metempsicosis o transmigración del alma era una doctrina asociada en forma estrecha a los discípulos de Pitágoras. Para ellos, el alma sobrevivía a la muerte física, purificándose en una serie de renacimientos en otros cuerpos, hasta quedar libre para siempre de las reencarnaciones. 
Entre nosotros, el 15 de mayo de 1897, en el teatro Progreso de Lomas de Zamora, en un memorable encuentro entre los payadores Gabino Ezeiza y Pablo Vázquez, alguien del público, queriéndolo poner a Gabino en un aprieto, le propuso el tema de “la metempsicosis”. 
Gabino, al recibir el pedido, hizo un prolongado preludio en su guitarra, como queriendo adivinar qué “diablos” significaba esa palabra. 
Los segundos parecían horas, la guitarra seguía sonando y algunas “tosesitas” lo volvieron a la realidad. Fue entonces cuando no lo pensó más, trató de individualizar entre el público a quien lo había metido en tal brete y respondió:

                                                          “Al que me mete en psicosis...
                                                           Al que me mete en psicosis
                                                           le digo en estilo vario...
                                                           por qué al mandarme el temita
                                                           no me mandó el diccionario.”

"Endecha", por Gabino Ezeiza (grabación del año1913)
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ACERCA DE ALGUNAS VOCES DE ORIGEN GUARANÍ

Los primeros conquistadores españoles que llegaron a nuestras tierras, hablaban, como se sabe, el viejo idioma de Castilla, y quienes aquí habitaban, sin entrar en detalles geográficos ni dialectales, hablaban el quichua, el guaraní o el mapuche.

De ese encuentro entre los dos idiomas, el español y el aborigen, como lógica respuesta al intercambio, han pasado al uso popular y coloquial algunas voces. Aunque, en este aspecto, del guaraní debemos decir que casi no ha dejado rastros. Apenas un par de palabras. Y vayan como ejemplo algunas de ellas:

Bataraz = pop. Pinto, plomizo y blanco. Bombachas batarazas // Gallinas batarazas || Antiguo billete de cincuenta pesos (por el color). Del guaraní mbatar.

Catinga = adj. Del guaraní catí, olor desagradable y muy fuerte, en especial de origen corporal.

Caracú = sust. El tuétano de los huesos de las patas del animal. // El meollo de un asunto.

Gurí = sust. masc. Varón joven en su infancia o mocedad. Del guaraní ngiri: muchacho. Ámbito: NE de Argentina, Paraguay y Uruguay.

Caburé = sust. masc. Ave carnicera que con su chillido aturde y paraliza a otros pájaros al acercarse para devorarlos. Del guaraní kaburé. Le atribuyen la propiedad de atraer fortuna al que logra domesticar un caburé -cosa bien difícil- o conservar ocultas sus plumas. con el mismo significado // Hombre que resulta irresistible para las mujeres.

            Y en este punto, bien viene a cuento recordar el tango “El caburé”, de Arturo De Bassi, y que Carlos Gardel, en el tango "Los Indios", de Canaro y Caruso,  le canta en guaraní a una cuñataî como un auténtico kuimba'e

“LOS INDIOS” – tango-  Canta Gardel (parte en guaraní)

“EL CABURÉ”  - tango- Música: Arturo De Bassi – Letra: Carlos Waiss
Cantan: Hugo del Carril y Libertad Lamarque

ACERCA DE ALGUNAS EXPRESIONES NACIDAS EN EL HIPÓDROMO

Entre las muchas expresiones que han trascendido el ámbito turfístico, popularizándose, extraigo unas pocas, y son éstas: 
Poner el número, es una expresión que deriva de la colocación de los resultados en las pizarras de los hipódromos, y que se utiliza como sinónimo de éxito o triunfo.
Cuando se dice que un caballo es número puesto, se da por sobreentendido que no puede perder. 
Salir de perdedor es ganar su primera carrera un caballo, y pasa a significar, fuera del turf, dejar de tener mala suerte en cualquier empresa o actividad.
La colorada, disco de llegada en los hipódromos, es de todos conocida en el sentido de bandera, especialmente bajo la forma primero en la colorada, o sea, primero en llegar. 
Largar parado que es quedarse detenido un caballo en el momento de la partida, pasa a significar fracaso; iniciar mal una cosa o quedar descolocado en una competencia. 
Aprontar, en el leguaje del turf, es ejercitar un caballo para mantener o recobrar su buen estado físico, y apronte es la carrera de ensayo. En cuanto a irse en aprontes, se emplea mucho en el sentido de perder el tiempo en preparativos. Y por último, no correr, usado preferentemente en tercera persona del presente, se aplica a quienes no participan en algo o que no tienen posibilidades de éxito.
Y de yapa vaya una para iniciados: correr de atrás quiere decir contener el caballo en una carrera manteniéndolo detrás de los punteros, para poco antes de la llegada ganar de atropellada. Algo así como ser escondedor, que le dicen.

 "Leguisamo solo", de Modesto Papavero - Canta Carlos Gardel
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